La idea principal de la teoría del comportamiento multitudinario de Sigmund Freud es que la gente que está reunida en una muchedumbre, actúa de forma diferente hacia la gente, que los que están actuando de forma individual. Las mentes individuales del grupo se combinarían para formar una mente multitudinaria. El entusiasmo de cada miembro aumentaría como resultado, y así cada uno se convierte en un ser menos consciente de la naturaleza verdadera de sus propias acciones.
La idea de Le Bon, de que las muchedumbres fomentan el anonimato y a veces generan emoción, se ha convertido en un cliché. Todavía hoy, ha sido refutado por varios críticos, como Clark McPhail, quien señala que algunos estudios demuestran que el mundanal ruido no toma su propia forma, aparte de los pensamientos e intenciones de los miembros. Norris Johnson, después de investigar un episodio de pánico en un concierto de 1979 del grupo inglés Who, concluyó que la muchedumbre fue compuesta por muchos grupos pequeños de gente, la mayoría intentando ayudar a los otros.
Sin embargo, se debe notar que si Le Bon a veces se refirió al cliché de la muchedumbre irracional, que fue un concepto actual en el siglo XIX y antes (en particular en los campos de la criminología, que tuvo una gran tendencia a describir las muchedumbres como grupos irracionales y criminales), se consideró a sí mismo como el fundador de la psicología multitudinaria. Entonces, no consideró las muchedumbres como totalmente irracionales, simplemente creyó que la psicología individualista ordinaria no era relevante en este fenómeno. Le Bon fue un pionero en la propaganda, que consideró una técnica racional y apta para manejar a los grupos, usando por ejemplo el refuerzo comunal de creencias, etc. El libro de Le Bon de 1895, La muchedumbre: un estudio de la mente popular influenció a muchas figuras del siglo XX, incluyendo Adolf Hitler, cuyo Mi Lucha insistió en la obra de Le Bon.1
Wilfred Trotter, un cirujano inglés, escribió de una manera semejante, haciéndose famoso con su libro Instintos de la manada durante la paz y la guerra. Introdujo a Wilfred Bion, con quien vivió y trabajó, a las ideas de Sigmund Freud, y después aún sería el médico personal de Freud. Wilfred Bion y Ernest Jones, quienes también trabajaron para Trotter, se hicieron figuras influyentes en el movimiento psicoanalítico británico, y Bion, quien escribió una colección de trabajos sobre Experiencias en grupos, dijo que Trotter le influenció mucho.
Sigmund Freud criticaría el concepto de Le Bon de un alma colectiva, comparándolo al inconsciente colectivo, afirmando que las muchedumbres no tienen sus propias almas, al igual que las etnias específicas no tienen un
Volkgeist. En vez de eso, los individuos se identifican a sí mismos con sus líderes, yendo tras su propio yo ideal (es decir, su representación subjetiva de su líder). El concepto freudiano de un yo ideal se convertiría después en el superyó. Últimamente, los líderes se identifican a sí mismos con una idea.
Theodor Adorno criticó la creencia de una espontaneidad de las masas; según él, las masas fueron un producto artificial de la vida moderna administrada. El yo del sujeto burgués se disolvió, y el sujeto quedó despsicologizado. Además, el vínculo que une a las masas con el líder, se realiza a través del espectáculo, como en el fascismo, que demostró en sus representaciones públicas, que se finge: "Cuando los líderes se hacen conscientes de la psicología de las masas y la toman en sus propias manos, cesa de existir en un cierto sentido… Como la gente cree en profundidad en sus propios corazones que los judíos son el diablo, creen completamente en su líder. No se identifican de verdad con él, pero actúa esta identificación, realizan su propio entusiasmo, y entonces participan en la representación de su líder… Probablemente es la sospecha de esta ficción de su propia psicología del grupo la que hacen a las muchedumbres fascistas tan despiadadas e inabordables. Si parásen para razonar por un segundo, toda la representación perdería el control, y serían llevados por el pánico".2
Edward Bernays (1891 – 1995), sobrino del psicoanalista Sigmund Freud, fue considerado el padre del campo de relaciones públicas. Bernays fue uno de los primeros a intentar manipular la opinión pública por usar la psicología del subconsciente. Se sintió que esta manipulación fue necesaria en la sociedad, que se sintió fue irracional y peligrosa.